viernes, 10 de febrero de 2012

Buen precio. Buena comida. Buena compañía


Fachada del restaurante


Cuando salí el sábado pasado del restaurante O’grelo la sensación fue extraña. Placentera, contenta, satisfecha, feliz y deseando poder repetir la experiencia.

Intento mirar atrás y recordar alguna experiencia similar. Pero ni siquiera los recuerdos con mi abuelo y mi madre yendo a un restaurante vasco donde disfrutaba como la niña que era son comparables a la experiencia vivida la tarde de aquel día de febrero en este restaurante gallego.

Una reunión familiar, para celebrar el cumpleaños de mi suegra es la mejor excusa para salir de casa e investigar un nuevo sitio para comer. La decepción de años pasados nos dejó con un muy mal sabor de boca acerca de los restaurantes que visitamos siempre por estas fechas.

Entrada del comedor en planta baja


Al entrar la sensación es de calidez, la decoración esta cuidada, sencilla pero elegante de madera y tonos crema. Agradable. Nos sentaron en una mesa del fondo del comedor de la planta baja. Parte de la familia ya estaba allí cuando llegamos. 

Mientras esperábamos al resto de la familia nos dieron la carta para ir eligiendo. Como Nuria y yo ya habíamos ojeado la web sabíamos lo que nos íbamos a encontrar. Para gran sorpresa nuestra, cuando pedimos la carta de vinos, dicha carta era mucho más amplia de la que nos esperábamos, y fue doblemente difícil elegir ante tanta oferta de bodegas y denominaciones de origen. Una servidora, en plena fase de aprendizaje sobre vinos, se vio un tanto abrumada. Pero como no era mi primera vez mirando una carta de vinos, les aseguro que pocas veces he visto tanta oferta en un restaurante y tan variada.

Lo primero, antes de elegir el vino es saber lo que vas a comer. La duda estaban entre un arroz o una carne. El arroz no lo tenía seguro pues muchas veces me encuentro con la desagradable sorpresa de que el camarero no tiene ni idea de lo que ofrece y no sabe que ingredientes llevan los platos de la carta y tengo que decantarme por una carne sin muchas salsas (para evitar tener que salir corriendo, dejando el plato sobre la mesa). Pero este no fue el caso. El mismo chef salió a tomarnos nota de los platos y le pudimos preguntar sobre el Arroz O’grelo. Previamente, nuestro camarero, nos recomendó este arroz si no queríamos “trabajar” mucho pelando el bogavante. Así pues, después de disipar dudas acerca del contenido de dicho arroz: marisco y pescado troceado, todo peladito, listo para comer; decidimos probar suerte y pedimos uno para cuatro personas.

El resto de los comensales a la mesa, pidieron variedad de platos, para degustar un poco de todo. Carne y pescado. Entrecot, chuletas de cordero, bacalao, medallones de solomillo. Y de entrantes jamón ibérico, croquetas y pulpo. Además del aperitivo que el restaurante te sirve. (Pan y aperitivo por 2,50 €. Un precio más que razonable para todo lo que te ponen).

Sabiendo ya todos lo que comíamos, llegó la hora de elegir el vino. Uno blanco, por supuesto. Había varios que llamaban mi atención, pero decidí cambiar de denominación de origen (normalmente tiro hacia Rueda o Rías Baixas)  y viajar a Cataluña. La bodega Juvé y Camps llamó mi atención con su Ermita de D’Espiells (Macabeu, Xarel-lo y Parellada. 2009). Afortunadamente, acerté con mi decisión. Un vino joven de color amarillo dorado, brillante y vivo,  fresco, sabroso y perfectamente equilibrado entre alcohol, acidez y dulzor. Vino perfecto para maridar el plato seleccionado. 

Etiqueta Ermita D'Espiells - D.O. Penedès


La velada transcurrió sin sobresaltos, amena, divertida. Comiendo y bebiendo, disfrutando de cada bocado, cada sensación que una comida de gran calidad y abundancia te aportan. Entre conversaciones de vino, catas (no tan frecuentes en mi vida como una desearía), entrega de regalos y demás anécdotas típicas de este tipo de eventos, pasamos la sobremesa. El servicio por parte del camarero, del dueño del restaurante, del chef hicieron que nos sintiéramos como si estuviéramos en casa. Una atención cuidada y personal. Raros son los sitios que te ofrecen calidad en todos los sentidos, y cuando encuentras uno, da gusto ver que todavía hay gente que disfruta realmente con lo que hace, y que tienen auténtica vocación por servir y atender bien al cliente.

Tardes vividas como estas las hay pocas, pero cuando una llega se viven con intensidad y quedan para siempre en la retina de una gran amante de la vida, los buenos momentos y las buenas compañías.
 
Restaurante O'grelo
 
---Fdo: Ginny.

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