Fachada del restaurante |
Cuando salí el sábado pasado del
restaurante O’grelo la sensación fue extraña. Placentera, contenta, satisfecha,
feliz y deseando poder repetir la experiencia.
Intento mirar atrás y recordar alguna experiencia similar.
Pero ni siquiera los recuerdos con mi abuelo y mi madre yendo a un restaurante
vasco donde disfrutaba como la niña que era son comparables a la experiencia
vivida la tarde de aquel día de febrero en este restaurante gallego.
Una reunión familiar, para celebrar el cumpleaños de mi
suegra es la mejor excusa para salir de casa e investigar un nuevo sitio para
comer. La decepción de años pasados nos dejó con un muy mal sabor de boca
acerca de los restaurantes que visitamos siempre por estas fechas.
Entrada del comedor en planta baja |
Al entrar la sensación es de calidez, la decoración esta
cuidada, sencilla pero elegante de madera y tonos crema. Agradable. Nos
sentaron en una mesa del fondo del comedor de la planta baja. Parte de la
familia ya estaba allí cuando llegamos.
Mientras esperábamos al resto de la
familia nos dieron la carta para ir eligiendo. Como Nuria y yo ya habíamos
ojeado la web sabíamos lo que nos íbamos a encontrar. Para gran sorpresa
nuestra, cuando pedimos la carta de vinos, dicha carta era mucho más amplia de
la que nos esperábamos, y fue doblemente difícil elegir ante tanta oferta de bodegas y
denominaciones de origen. Una servidora, en plena fase de aprendizaje sobre
vinos, se vio un tanto abrumada. Pero como no era mi primera vez mirando una
carta de vinos, les aseguro que pocas veces he visto tanta oferta en un restaurante
y tan variada.
Lo primero, antes de elegir el vino es saber lo que vas a
comer. La duda estaban entre un arroz o una carne. El arroz no lo tenía seguro
pues muchas veces me encuentro con la desagradable sorpresa de que el camarero no
tiene ni idea de lo que ofrece y no sabe que ingredientes llevan los platos de
la carta y tengo que decantarme por una carne sin muchas salsas (para evitar tener que salir corriendo, dejando el plato sobre la mesa). Pero este no fue el caso. El mismo chef
salió a tomarnos nota de los platos y le pudimos preguntar sobre el Arroz
O’grelo. Previamente, nuestro camarero, nos recomendó este arroz si no
queríamos “trabajar” mucho pelando el bogavante. Así pues, después de disipar
dudas acerca del contenido de dicho arroz: marisco y pescado troceado, todo
peladito, listo para comer; decidimos probar suerte y pedimos uno para cuatro
personas.
El resto de los comensales a la mesa, pidieron variedad de
platos, para degustar un poco de todo. Carne y pescado. Entrecot, chuletas de
cordero, bacalao, medallones de solomillo. Y de entrantes jamón ibérico,
croquetas y pulpo. Además del aperitivo que el restaurante te sirve. (Pan y
aperitivo por 2,50 €. Un precio más que razonable para todo lo que te ponen).
Sabiendo ya todos lo que comíamos, llegó la hora de elegir
el vino. Uno blanco, por supuesto. Había varios que llamaban mi atención, pero
decidí cambiar de denominación de origen (normalmente tiro hacia Rueda o Rías
Baixas) y viajar a Cataluña. La bodega
Juvé y Camps llamó mi atención con su Ermita de D’Espiells (Macabeu, Xarel-lo y
Parellada. 2009). Afortunadamente, acerté con mi decisión. Un vino joven de
color amarillo dorado, brillante y vivo,
fresco, sabroso y perfectamente equilibrado entre alcohol, acidez y dulzor.
Vino perfecto para maridar el plato seleccionado.
Etiqueta Ermita D'Espiells - D.O. Penedès |
La velada transcurrió sin sobresaltos, amena, divertida.
Comiendo y bebiendo, disfrutando de cada bocado, cada sensación que una comida
de gran calidad y abundancia te aportan. Entre conversaciones de vino, catas
(no tan frecuentes en mi vida como una desearía), entrega de regalos y demás
anécdotas típicas de este tipo de eventos, pasamos la sobremesa. El servicio por parte del camarero, del
dueño del restaurante, del chef hicieron que nos sintiéramos como si
estuviéramos en casa. Una atención cuidada y personal. Raros son los sitios que
te ofrecen calidad en todos los sentidos, y cuando encuentras uno, da gusto ver
que todavía hay gente que disfruta realmente con lo que hace, y que tienen
auténtica vocación por servir y atender bien al cliente.
Tardes vividas como estas las hay pocas, pero
cuando una llega se viven con intensidad y quedan para siempre en la retina de
una gran amante de la vida, los buenos momentos y las buenas compañías.
Restaurante O'grelo |
---Fdo: Ginny.
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