Es curioso el poder que tiene el fútbol. El poder que
tiene un grupo de hombres, bien majos, bien formados y que se curran como nadie
el darnos alegrías como los campeonatos que últimamente nos estamos trayendo a
casa (y de paso haciendo historia, muy a pesar de nuestros vecinos europeos).
Curioso
me parece que nos olvidemos de nuestros clichés, nuestros racismos, nuestra
manía de etiquetar a una persona como facha cuando ondea con orgullo una
bandera española (con torito, sin torito, con corona o sin ella), o incluso de
olvidar cual problema con tal de disfrutar un poco.
No
me quejo de todo esto. Al contrario, me parece genial y más que sano y el
equipo de Vicente del Bosque de vez en cuando nos traiga una alegría. Que nos
haga olvidar nuestros problemas y crudas realidades durante unas horas y que
seamos capaces de seguir sonriendo todavía. No es malo querer alejar por una
par de horas los malos rollos del día a día.
Lo que sí me entristece es que este orgullo español sea
efímero. Se limite nada más que a los deportes. Y en el resto nos olvidemos de
lo que somos y de la calidad que tenemos. Que los lazos que se crean cuando una
selección como la nuestra gane, se rompan o desaparezcan y volvamos a ser esos
seres (con perdón de lo que voy a decir, no pretendo ofender a nadie, es solo
una sensación que tengo desde algún tiempo) rancios y que se olvidan de lo que
es la solidaridad entre seres humanos que comparten un edificio, ciudad, país,
unas raíces y una historia. La realidad ya es muy cruda como para no intentar
hacerla un poquito más dulce con una sonrisa a tiempo, un gracias en el momento
adecuado, un saludo... Un toque que lo categorizo de mágico pues parece haberse
esfumado de la vida cotidiana. ¿Recuerdas tú aquellos tiempos en los que
caminabas por el campo y la gente se saludaba? Parece que eso también se esta
perdiendo.
Por
eso me parece importante enorgullecerse de lo que eres y quien eres. Lo
comprobarás en nuestra forma de vivir, en ese arte tan nuestro de hacer de la
vida una fiesta, de disfrutar cada momento a pesar de que caiga una tormenta o
un chaparrón, en esa seriedad que también nos caracteriza a la hora de
trabajar, nuestra historia, nuestra cultura, en la manera de hacer las cosas. Y
aquí hago un parón. Solo mira a tu alrededor, fíjate en lo que comes: esa
ternera de Galicia, una sidra asturiana, un Cava catalán, el pescadito frito,
las anchoas del cantábrico, la paella valenciana,el chuletón de Ávila, el
cordero segoviano, la tortilla española, el pan tumaca, el potaje gallego, el
cocido madrileño, la sopa castellana, la butifarra catalana, el gazpacho
andaluz, el aceite de oliva y por no mencionar nuestro ibéricos (jamón,
chorizo, salchichón...). Los vinos: Rioja, Ribera del Duero, Rías Baixas, Toro,
Navarra, Castilla La-Mancha, Jerez, Málaga, Requena, Penèdes, Calatayud...
Nuestra calidad es irreprochable, y aunque en todos lados haya buenos y
mejores, hoy día es fácil encontrar grandes vinos en denominaciones de origen
de lo menos popular, así como caldos no tan buenos en denominaciones de origen
muy afamadas. Pero lo cierto que en este punto, nuestra calidad es reconocida y
mejora con el paso del tiempo, porque cada vez más se busca hacer calidad y no
cantidad.
Y
si hablamos de los dulces... podemos recorrer el país entero en busca de
manjares deliciosos, que no encuentras en ningún otro lugar como la ensaimada
mallorquina, los mazapanes de Toledo o las yemas de Santa Teresa. Solo por
mencionar algunos.
¿Por
qué no sentirnos orgullosos de lo que tenemos? De nuestras tradiciones, cultura
y costumbres. Porque no sentirnos orgullosos de que (muy a pesar de los tiempos
que corren) nuestros grandes médicos, investigadores, científicos y periodistas
figuren siempre entre los mejores.¿Por qué no aprender y saber cuales son
nuestras cualidades (algunas antes mencionadas) y aprender a venderlas? ¿Por
qué no seguir con ese orgullo español, con es frase que circula por Facebook
“Soy español, ¿a que quieres que te gane?” Esa chulería y ese orgullo que no
decaiga, que aumente, porque tenemos muchas cosas por el que sentirnos
orgullosos, no solo el deporte, porque cada uno de los individuos de este país
es único y hace que este país sea único. Porque como España y los españoles, no
hay nada. ¿No crees?.
¿Tu
crees que el orgullo nacional debe ser efímero? Compártelo con nosotras.
Ginny.
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