Con un poco de retraso voy a hablar de este vino. Y me voy a quejar porque me siento estafada. ¿De verdad que en España se puede producir un vino así? Yo creía que la calidad de nuestras uvas imposibilitaba la existencia de este tipo de productos.
Para el hecho del mal sabor de este vino solo hay dos explicaciones. Es así o estaba en mal estado. Si no no me explico que de apariencia tuviera un extraño color salmón. Vale, eso podría haber sido por decisión del bodeguero. El aroma no era espantoso, fresa mezclada con hoja, un fondo de plátano, que me llamó mucho la atención, algo de lluvia y un poco como a chocolate. Lo que era espantoso era su sabor, untuoso, como de plátano (otra vez), cítrico, entrada corta y postgusto muy corto. Unas características que no se esperan, ni deben estar, en un rosado. A no ser que alguien me diga lo contrario y me lo demuestre, claro.
A mi me extraña que la bodega de García Carrión haya apostado por este vino, justo cuando los grandes bodegueros de la Mancha y de Valdepeñas, como es esta bodega, están empezando a apostar por contar entre sus existencias con vinos cuidados y de calidad. Ya digo que puede ser que estuviera en mal estado, pero pagar casi 3 euros por este vino no me ha sentado nada bien. No están las cosas para desperdiciar ni para tirar comida o bebida, como tuvo que ser en este caso.
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