martes, 19 de junio de 2012

Alquez. Garnacha de viñas viejas 2009

Hoy hemos tomado un buen vino, un vino español, un vino como dios manda, si señor. Un vino de Calatayud. La elección, por supuesto, fue mía, ya sabía yo que este vino iba a ser bueno porque, aunque no os lo creáis en Aragón se hacen vinos con cuerpo y sabor únicos.


Os voy a contar una pequeña historia. Mi abuela tenía un piso en Benidorm, era una abuela de las de antes, de las que iban al bar Nuria a bailar y a ligar. Sus hijos, los jubilados de hoy, están hechos de otra pasta, menos predispuestos a divertirse, más atentos a "sus responsabilidades". Pero la generación de mi abuela era mucho más liberal que la de sus hijos.

Bueno, que me enrollo. El caso es que mi abuela tenía un piso en Benidorm. En el bloque de enfrente había un bar que ofrecía menús de mediodía. Entendido que si vas dos o tres días no te merece la pena hacer la compra entenderéis que comiéramos allí por un precio modesto. Y allí, en ese bar tenían un gran vino de pueblo, un vino de Zaragoza, un vino de intenso color ciruela, que, para beberlo había que cortarlo con cuchillo (lamento no poder decir nada del aroma, yo entonces no me fijaba en esas cosas) y disfrutar de su intenso y dulce sabor a uva.

Es fácil darse cuenta de que este vino me impresionó. Lo hizo, los buenos vinos no son solo aquellos que están reconocidos con muchos premios y valen un potosí. Claro, esto lo digo yo porque soy quién soy y cómo soy. Pero era un gran vino.
El caso es que el recuerdo me acompañó durante mucho años convirtiéndose en anécdota instructiva de cómo debe ser un buen vino.

Haciendo las pruebas para Vinuranto cayó en mis manos la posibilidad de catar el vino del título. 

Alquez. Garnacha de viñas viejas. (PVP: 9,00 € en Vinuranto) 14 meses de crianza en roble francés sobre sus lías. Denominación de Origen, Calatayud.

Glorioso. Si señor. Un gran vino. De color rojo cereza muy oscuro y aún así en plena juventud, su ribete es de tonos ligeramente violáceos  La lagrima es ¿potente? Si, la podríamos definir así.

El aroma a vainilla y de la barrica se hace notar con un toque herbal y un poderoso deje a uva muy madura o mineral.
En la boca no defrauda, sabe a campo, a mineral y tiene un toque dulce de pastelería.




El maridaje debía hacerse con un plato potente, unos callos en mi caso, aunque con estofado también hace un gran papel. El vino pasa con dulzura, como si hubieras sacado un bollo del horno, limpia bien la boca y el tanino está muy bien integrado.

En definitiva un vino grande, muy propio y bebible. Equilibrado y gustoso, no hay que dejar pasar la oportunidad de tomarlo cuando se pueda.

Nuria.

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