Hace tiempo la Bodega de Kirios
de Adrada (Ribera del Duero) captó la
atención de Ginny, primero por llevar su apellido y segundo por la
sobriedad y elegancia de la presentación de sus dos vinos estrellas: Noche y Todo.
A cada cual mejor. Pero eso dejémoslo para más adelante.
Cuando iniciamos este pequeño
proyecto, ambas no lo dudamos y quisimos probar sus vinos para incluirlos en
nuestra tienda. Incluso nos pareció curioso que hablando con gente del barrio
conocían esta bodega y nos recomendaron hablar con ellos.
Tras contactar con ellos, nos
invitaron a conocer su bodega, elaboración y catar todos sus vinos (los que
tiene en su web y otras joyitas que elaboran en pequeñas cantidades). Una
visita inolvidable que os relatamos a continuación.
Un miércoles de octubre, un día soleado y de buena
temperatura salimos de Madrid dirección Burgos. El camino fue fácil, en parte
gracias al GPS del móvil. Una vez ya en Adrada de Haza, con lo pequeñito que es
el pueblo ¡Nos perdimos! Pero bueno, es lo típico que vienes de ciudad y tienes
el chip puesto de la gran ciudad. No fue nada complicado retomar el camino y
encontrar la bodega, en lo alto del pueblo con unas vistas envidiables de todo
el valle y sus cerros. ¡Gracias a Maite y a los vecinos del pueblo por sus indicaciones!
La entrada de la bodega esta preciosa, con un jardincito,
con una fuente y flores. Estaban aun montándolo pero desde luego tiene muy
buena pinta, y la entrada está muy cuidada.
Jesús nos recibe amablemente, le pillamos justo preparando
la despalilladora para cuando lleguen las uvas de la vendimia – donde se
encuentra Maite, su mujer-. Nos cuenta como se elaboran allí los vinos. Todo es
natural, no hay química en ninguno de sus procesos. En sus vinos se puede ver
porque no clarifican ni filtran. Cada parte del vino es fundamental para su
carácter y su desarrollo. Nos cuenta como a principios de la crisis la bodega
sufrió un pequeño traspiés, y quebró. Pero como el ave fénix, resurgieron de
sus cenizas para empezar de nuevo hace unos pocos años sacando a la luz sus dos
vinos estrellas. Nos enseñó el cuarto de barricas, una bodega subterránea
donde reposaban las barricas nuevas y botellas ya en el último proceso de
redondeo del vino en botella. Tras esta visita de escaleras francesas abajo,
salimos para ir a un recién descubierto escondite que estaban remodelando y
mejorando para almacenar más barricas: una antigua bodega subterránea a la
ladera de una montaña que descubrieron un día de invierno, tras una nevada.
Empezaron a picar y se encontraron con unas escaleras que iban hacia unas
galerías que se escondían tras un montón de piedras y arena, levantado a modo
de muro natural.
Las vistas desde la bodega son impresionantes, por una
lado se ven los tejados del pueblo de Adrada de Haza, y por otro lado, se ve el
valle con los cerros al fondo. Una vista impresionante que con el día que hacía
daban ganas de no moverse de allí.
Jesús nos invita otra vez dentro, unas pequeñas escaleras
situadas a la derecha de la entrada, al salón de catas con una mesa alargada de
madera y unos ventanales que dejan pasar la luz del día. Este es el momento que
hemos estado esperando varios meses. Empezamos Ácrata Primavera. Nos comenta
que el Ácrata de Otoño se ha agotado y no podremos catarlo hasta que no salga
la nueva añada. Luego pasamos a Ácrata Verano, y de ahí a los dos tintos: Noche
y Todo.
Mencionar muy especialmente que los vinos que más gustaron
a las cuatro personas que estábamos allí fueron el Ácrata Primavera, que
fascinó a todos, más aún teniendo en cuenta que dos de las personas allí
presentes son poco amantes del vino blanco. Un vino distinto, hecho de uvas
poco habituales en la zona, pero autóctonas, como son la Albillo y la Pirulés
(Vino de la Tierra de Castilla y León). También el tinto de la D.O. Ribera del
Duero, Todo. Pero en definitiva, son
todos grandes vinos, vinos elegantes que sorprenden que sean de agricultura y
elaboración ecológica, lo que pone en relieve que el fruto de la tierra y el
buen gusto del bodeguero son muy importantes a la hora de elaborar el vino. Un
gran acierto tenerlos, beberlos, disfrutarlos y apostar por una bodega que cree
en los métodos naturales para elaborar sus caldos.
Aquí una breve cata de cada uno de ellos:
Ácrata Primavera- recuerdos a pastelería y manzana, muy
equilibrado con toques minerales. Lo describimos como “una sidra sin burbuja”.
Muy rico, fácil de beber e ideal para las festividades navideñas que se
aproximan. PVP: 15,73€
Ácrata Verano-
rosado. Fresco con toques herbáceos y salados (de la tierra). Retrogusto
balsámico. Un rosado distinto, bien conseguido. PVP 9,83 €
Noche- tinto, intensidad media-alta, frutos rojos,
vainilla, buen tanino. Fresco. Potente y maridaje ideal con cualquier plato
español: fiambre, pan con mantequilla y mermelada, guisos, carnes rojas ¡Lo que
le eches! PVP: 21,24 €
Todo- tinto, de un precioso color mora, intensidad alta
vino muy elegante, con recuerdos a moras, buen tanino, toques balsámicos.
Retrogusto tostados y vainilla. Gran
vino de grandes ocasiones... o no tan grandes... PVP: 31,46€
El día acabó con el descubrimiento de que significa Adrada, que según nos contó Jesús era probable que fuera de origen celta y
significase “La Adorada”.
Terminamos nuestro periplo por tierras burgalesas con una
visita a Aranda de Duero (a menos de 20 kms), comiendo morcilla burgalesa y
lechazo, en uno de sus restaurantes que previamente nos habían recomendado via
Twitter, “El Ciprés”. El día fue
perfecto.
Esperamos repetir y seguir disfrutando de estos grandes
vinos.
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